Consejo Dominicano de
Relaciones Internacionales

Consejo Dominicano de Relaciones Internacionales

El COVID-19 y la Diplomacia: Reflexiones sobre lo convencional e innovación forzosa

Por: Orfa N. González Hilario ║ Fotografía.

27 de abril de 2021.

 

En la época actual nada ha sido más evidente de la integración mundial como la pandemia que vivimos. Desde que la humanidad se ha ido desarrollando se discute bastante sobre nociones como relaciones internacionales, diplomacia, globalización e integración, entre otros tantos conceptos. Esto en la búsqueda por definir la forma en cómo el ser humano ha ido evolucionando en el manejo de los asuntos entre Estados. En escenarios que contemplan las luchas de poder, batallas comerciales, uso de soft power y la coerción, nos encontramos ante una situación que prácticamente ha puesto a toda la humanidad doblegada ante algo que escapa del control de muchos, por no decir el control de todos.

El COVID-19, virus que al sol de hoy es difícil se desconozca en ningún rincón del mundo, ha venido para cambiar los esquemas de todo lo que teníamos por costumbre, así como centrarnos en trazar hacia donde nos dirigimos en la batalla contra esta pandemia.

Y dentro de todo esto nos planteamos, más allá de una realidad en el tema sanitario mundial, ¿cómo vamos viendo el impacto de esta pandemia en las relaciones diplomáticas? Bien podríamos resaltar algunos puntos al respecto. En primer lugar, observamos que no hay cambios en las relaciones bilaterales tradicionales entre los países. Sólo tenemos que apreciar en los intercambios entre los Estados Unidos, la República Popular China y la Organización Mundial de la Salud, entre otros, sobre el manejo de la pandemia. ¿Novedad? Ninguna, desde el punto de vista de que estas dos potencias continúan esforzándose cada una para obtener el poder económico; esfuerzo que no surge de la tensión reciente provocada en la búsqueda de responsables del inicio de esta pandemia, sino más bien se mantiene y podríamos decir que se recrudeció un poco, ante las duras críticas que recibió China.

En medio de esto, como segundo pensamiento, nos encontramos con el cuestionamiento directo que hubo a la Organización Mundial de la Salud, y con ellos —¿por qué no?— a los sistemas actuales de negociación internacional, y a su rol ante los países que fijan su confianza en ellos para encontrar una posición, imparcial, que beneficie a la mayoría de los Estados miembros. Si bien es cierto que ante esta situación los esfuerzos no deben estar centrados en buscar culpables, una vez se llegue a una situación de cierto control, es importante considerar el presentar espacios de discusión sobre estas organizaciones, la inversión que estas representan para los países y mirar cuál es el futuro de mejor provecho para las mismas. ¿Hay que fortalecerlas, disminuirlas, eliminarlas, o mejorarlas? ¿Son útiles? Son cuestionamientos que quedan abiertos.

Otra realidad que hemos enfrentado de golpe ha sido el uso de la tecnología y necesidad de modernización en las relaciones diplomáticas. Prácticamente todos los líderes, ministros, tomadores de decisiones, algunos vanguardistas y otros de la vieja era que no se interesan mucho por la tecnología, han tenido que recurrir al uso de herramientas para poder continuar con las comunicaciones y con las tareas y responsabilidades contraídas. El uso de plataformas como “Teams” o “Zoom” —que ha tenido que incrementar su plantilla para brindar un mejor servicio—, se han tornado el medio por excelencia para la revisión de agendas, discusiones y debates entre otros. En las relaciones internacionales también ha hecho uso de estas herramientas, pero todavía se encuentran limitaciones, ya que por la delicadeza de los temas tratados, y la vulnerabilidad de algunos sistemas, su uso sigue siendo sensitivo. Junto a esto tenemos el crecimiento del uso de firmas electrónicas, informaciones oficiales remitidas por correo y consideradas como medios oficiales. Hasta cierto punto, encontramos este avance positivo, ya que el uso de toda esta tecnología nos permite ser más eficientes en el uso de los recursos económicos, así como de los recursos naturales. No existen las limitaciones fronterizas —solo las horarias—, y con ellas se logran los mismos objetivos, aunque todavía se pueden hacer mejoras en estas herramientas para que cada vez puedan ser más seguras y eficaces.

Un caso que podemos observar es la Unión Europea, en la que definitivamente se ha puesto de manifiesto la soberanía de los Estados que la conforman, cada uno adoptando las medidas que ha considerado pertinentes para la protección de sus ciudadanos. ¿Representa esto un quiebre para esta Organización? Desde nuestra perspectiva, en lo absoluto. Las negociaciones e integración que han logrado estos países no tienen por qué entrar en conflicto ante la situación actual.

Una pincelada final que podemos decir es que se mantiene el recurso de la cooperación internacional como un medio de relación entre los Estados. Vimos viajar a médicos cubanos y chinos hasta Italia y España, esperando brindar sus mejores recomendaciones ante la situación. Vimos cómo la República Dominicana ha recibido donativos de insumos médicos y pruebas de COVID-19 desde la República Popular China, Rusia, Israel y ayuda para personas necesitadas desde la USAID, entre otros. Actualmente, con la vacuna y los planes de implementación puestos en marcha, la cooperación y la solidaridad se ponen de manifiesto nuevamente. Y así la cooperación internacional es una de las más activas de las tareas que se llevan a cabo en las relaciones internacionales actualmente. Fortaleciendo este mecanismo, que más allá de los cuestionamientos de si lo hacen por poder blando u otros intereses, benefician a Estados con limitaciones y, al final, a la humanidad en general.

De estas breves notas podemos concluir que ciertamente las relaciones diplomáticas siguen su curso de complejidad, de manejo de los intereses nacionales, de cooperación, y que demuestran que a pesar de los cambios que puedan seguir surgiendo en el mundo, continuarán siendo necesarias para las conversaciones entre países. Y justamente, pueden cambiar las formas, los mecanismos, la tecnología, pero el fondo de negociación, cooperación, poder, comercio, derechos humanos, entre otros, seguirán intactos y sobre las mesas de discusión de la diplomacia.

Orfa N. González Hilario